BCN – FCO

Me toca la ventanilla, del lado izquierdo.
El avión es chico, de una de esas aerolíneas baratas que unen ciudades de Europa.
Y el vuelo es corto: una hora cuarenta y cinco.
Yo miro la hora, revuelvo la cartera, apago el celular, lo vuelvo a prender y lo vuelvo a apagar.
Me cuelgo la mano derecha del corazoncito que cuelga de mi cadenita, como todo ateo que se precie.
Miro el esmalte saltado de mis uñas. Y la hora otra vez.
Ella se sube cuando el avión está casi completo. Es rubia con algunos reflejos más claros pero que parecen naturales, hiperbronceada. Tiene una mochila marca Jansport con muchos colores. Y tiene dos amigas sentadas mucho más atrás, en la otra fila de asientos.
Es linda pero sobre todo es joven.
Yo me abrocho el cinturón. Más fuerte. Como si eso fuera a protegerme de algo; ella apoya la espalda en el respaldo y suspira.
You speak english?, me dice de repente.
Just a little…
Se encoge de hombros, como si lo lamentara.
Entonces vienen los anuncios de seguridad, en español y en italiano y cuando me agarro más fuerte del apoyabrazos la miro.
Llora con esa desolación con la que se llora en los aviones, en los aeropuertos, en las estaciones.
Entonces me olvido del despegue y le pregunto, en inglés, si está bien, si puedo ayudarla.
Me habla de un novio. Su novio, dice. Que quedó en Barcelona. Que no va a volver a verlo. Que nunca más va a volver a verlo.
La agarro de la mano.
Le digo que las cosas no tienen por qué ser definitivas y ella niega con la cabeza, aspira los mocos, sigue llorando.
Me agradece. Y yo entiendo que no hay nada que decir.
Después saca un cuaderno de la mochila y escribe, en italiano, con esa escritura febril y casi automática de la juventud extrema.
Yo la miro y pienso que esa chica no sabe nada acerca de lo definitivo. Pero que igual sufre.
Llora.images
Escribe.
Escribe y llora.
Poco antes de aterrizar, la azafata le alcanza un sobre cerrado y señala a las filas de atrás, donde yo sé que están sus amigas.
Ella abre el sobre y saca de adentro un naipe: el as de corazones.
La cara se le ilumina de repente.
Y eso es todo.